Terroir

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Bodegas El Paraguas entiende el viñedo como una unidad familiar. Cada planta es un miembro de una familia y, por tanto, cada miembro de la misma aportará unas cosas u otras a la familia. Con estos mimbres, partimos de la base que no todas las plantas reúnen los exigentes requisitos que perseguimos para la elaboración de los vinos; aunque cada día y cada año las educamos para que, algún día, lleguen a ese estatus mínimo imprescindible para que sus racimos conformen alguno de nuestros vinos.

Con esta base, Bodegas El Paraguas elabora cada variedad de uva de cada viñedo -con excepción del vino Fai un Sol de Carallo– por separado y atendiendo a un método de elaboración que se considera tras estudiar la naturaleza de cada cosecha y el posible potencial de las uvas antes de su vendimia.

Independientemente del tipo de vinificación, todas las plantas proceden de viñedos con marcos de plantación tradicionales, muy apretados –de hasta 1 metro por 1 metro-, con gran disputa entre las plantas para que la producción sea limitada, nunca más de 5.500 kilos por hectárea. Igualmente, no contemplamos la mecanización de los viñedos, porque consideramos que, a la larga, puede alterar la composición de suelo. Por ello, tampoco utilizamos herbicidas y limitamos los tratamientos al máximo. No olvidemos, que seguimos estando en Galicia y enfermedades como mildiu, oidio o botrytis están a la orden del día en una año húmedo o lluvioso.

En cuanto al tipo de conducción, según la variedad de uva y el pago, trabajaremos con guyot simple, cordón simple o guyot doble. La poda de las plantas, generalmente, tiene lugar durante el mes de diciembre. Por último, cada doce años, incorporamos un abono natural de vacas para equilibrar el suelo.